Al terminar nuestro turno de guardia en la base, se nos convocó para explicarnos la misión. Teníamos que extraer a un científico ruso de la base lunar soviética para impedir que los nazis se quedaran con él. Lo complicado era que no podíamos dejar pistas, o dejar las menos posibles. Tenía que ser una misión limpia. Mi equipo estaba listo a la hora fijada. Y todos estábamos ansiosos. En total éramos cinco: la piloto del mecha, el informático, el tirador, el médico y yo. Confío en ellos tanto como ellos confían en mí. Y eso, después de varias patrullas en la gravedad de la luna es mucho.
Dos horas después de la reunión, montamos en el transporte que nos dejará a 150 km. de nuestro objetivo. Y teniámos nueve días para completar la misión.
Comenzamos el día andando con tranquilidad, examinando el terreno y poniéndonos a cubierto de los radares. Durante la primera jornada no tuvimos ningún incidente significativo. En el segundo día nos sorprendieron 4 droides nazis que patrullaban la zona (¿a unos 100 kilómetros de la base rusa?, eso olía mal). No fueron un obstáculo. Ellos pueden creerse la raza superior, pero no lo son. De hecho habría que enseñarles con total devoción y armamento que no lo son. A ellos y a sus descendientes. Pero eso es otra historia.
Después de nuestro agradable encuentro, que sirvió para relajar la tensión, seguimos avanzando hasta que quedamos a unos 30 km. del objetivo. Encontramos unas huellas que no supimos identificar (adjuntamos archivos gráficos para inteligencia), aunque supusimos que pertenecían a algún artefacto nazi. Y decidí que había que apretar el paso.
Durante el día siguiente, el tercero, llegamos al objetivo superando varios puntos de control. Torretas, campos de minas y radares. Nos habían avisado que muy posiblemente estarían a mínima potencia o desactivados, pero no pondría a mi gente en peligro por las suposiciones de nadie acerca de lo que un nazi puede presumiblemente hacer o no. Así que, aunque nos llevó más tiempo, decidimos pasar sin dejar rastro, o el menor posible.
Desde uno de los cráteres cercanos pudimos observar la base científica, con dos edificios grandes y uno más pequeño que debía servir como depósito de agua. Entre los dos edificios grandes había varios soldados y un civil. Decidimos actuar con tranquilidad y con finura. Si hay que reconocerles algo a los rusos es que son gente que normalmente es cuidadosa. Pero no dejan de ser malditos comunistas.
Curtis Tucker y Rand Norton fueron los primeros en avanzar. Y después seguiríamos Michelle Diaz y yo. Buscaron cobertura y esperamos el momento para que Diaz y yo pudiésemos movernos sin ser detectados. En ese momento llegaron dos transportes aéreos que aterrizaron al frente de los edificios.
Robert Ziemer, cabo (José Gallardo): A mí mi personaje me da mucho juego. Un judío americano que odia a todo el mundo que no sea pro yanki. Pero sobre todo un militar leal a los suyos. Aunque cometí algunos fallos, la verdad es que me lo pasé genial planificando como hacer las cosas con los demás y dando órdenes cuando era preciso.
El sistema me parece bastante dinámico y la ambientación es muy interesante. Siempre me ha gustado aquello de "y si hubiese pasado tal y cual en vez de los hechos que ocurrieron". Eso, y con cyberimplantes, es todo lo que quiero para navidad.
Lin Sandford, piloto (Eriol): O de como meter un mecha sin ser detectado en un sistema de defensa por muy debilitado que esté. La partida estuvo divertida, quizás el combate un poco lento, pero creo que cuando le tomemos la medida será más dinámico. Deseando ya que salgan las versiones definitivas de el CdB Engine.
Curtis Tucker, informático (Carlos): Bueno lo de informatico es un como una broma, ser el pj mas corpulento, tener el arma mas grande (de los de a pie), ser uno de los mejores en sigilo, encima siendo nigga, eso mas que informatico es Rambo con un portatil, jajajaja, me encanto mi personaje, el juego es rapido y se pilla la mecanica al momento. Me gustaria probar una campaña de Rusos.
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