domingo, 17 de julio de 2022

Reseña: El Destructor de Estrellas. De Juan Carlos Herreros Lucas

Volvemos a encontrarnos con Marlo. Volvemos a estar en manos del Destructor de Mundos. De aquel que ha sobrevivido a dos explosiones nucleares. Y volvemos al Sector Libertad. Esa zona de la galaxia en la que se han alcanzado las mayores cotas de respeto por la libertad y la autonomía del individuo, en la que no hay inadaptados, crimen ni egoísmo. O quizá nada sea lo que parece.
 

 

Muy resumidamente, para quienes no sepáis nada del universo en el que se ambienta la novela. EXO es un juego de rol diseñado también por Juan Carlos Herreros. Lo que nos interesa de este juego para acercarnos a la narración tiene que ver con varias de sus facciones. La República Federal de Planetas (RFP) es una superpotencia espacial cuyo militarismo humano es temido por el resto de facciones. El Sector Libertad, producto del colapso del Imperio Oeón, un imperio galáctico que pasaría por ser la segunda potencia estelar humana. Tras su disolución apareció la Voz (una transmisión que guía hacia posiciones libertarias) y la autogestión de los sistemas planetarios que componían dicho imperio.


En la novela seguiremos los pasos de Aldo, un policía del planeta Orien (en el Sector Libertad), Diana, soldado de la RFP y miembro de los escuadrones Sombra (dedicados a misiones encubiertas), y, finalmente las tres hermanas Rosa, Jazmín y Begonia, psíquicas de gran potencial liberadas de su encierro por Marlo, para crear una historia coral que tiene como elemento común a Marlo, el terrorista apodado Destructor de Mundos. Otros personajes, secundarios, también aparecerán.

Por un lado Aldo y Marlo, más cercanos de lo que parece al principio, seguirán la pista de las tres protegidas del terrorista. Diana y varios niños con poderes psíquicos formarán parte de un operativo de la RFP para acercarse a las tres protegidas del terrorista para intentar reclutarlas para la república. Por último Rosa, Jazmín y Begonia (las tres protegidas) han salido de la seguridad del planeta en el que vivían con sus madres adoptivas para conocer una galaxia bastante hostil.


Estamos en una novela de acción y tendremos acción a raudales siendo un libro que se devora. Porque esta space-opera es, ante todo, una obra con mucho ritmo que no te permite aburrirte ni un momento. Ya sea con los viajes estelares, con los combates o con las escenas humorísticas, una lectura superficial nos hará pasar un muy buen rato en este universo de ficción futurista.

Pero, sobre todo, veremos unos personajes a los que conoceremos a lo largo de la novela. Porque la acción sirve para conocer sus motivaciones, sus opiniones y su manera de encarar la realidad.

 

Marlo es un terrorista que causó la destrucción de un planeta. Toda la galaxia lo sabe. Pero desde el principio se nos muestra que no es un terrorista al uso. Sino que tiene una moral, quizá retorcida, pero tiene principios que podemos comprender.


-Hay muchos niños en la galaxia cuya juventud es robada.
-Sí, pero eso es solo una excusa para quedarse en casa viendo la holovisión. Estas son mis niñas porque yo decidí que lo fueran y siempre cuido de los míos.

 

Marlo muestra aquí eso mismo. Se preocupa por su gente, por los suyos. La apatía y la falta de planes no es algo que lo caractericen. Y tampoco la falta de compromiso. Hay cosas que Marlo valora.


Aldo, el policía, tampoco es un personaje esteoritipado. Quiere, realmente, lo mejor para la galaxia. En un pensamiento muy libertario (como la novela nos recuerda habitualmente) que no comprende el mal, la indignidad ni el egoísmo o, al menos, no los acepta.


Lo peor era la mirada de la gente. Habían descendido en el ascensor y les había dedicado un vistazo, solo uno, como los esclavos cuando el patrón visita la hacienda; aquellas eran miradas vacías, ausentes, desesperadas, resignadas a no tener futuro.
-No es posible -murmuró Aldo con cierta indignación-. ¡Esto no puede estar pasando en el Sector Libertad!

 

Un auténtico libertario, alguien que pone el bien de todos por encima de la avaricia, de los intereses, de todo aquello que, éticamente, no esté al mismo nivel ni tenga el mismo valor.
Y es que los pensamientos y las ideologías, en esta novela, se discuten. Este pensamiento libertario, sus contradicciones y sus aciertos juegan un papel importante en la novela ya que este entrará en conflicto con las formas de actuar de Marlo.

 

-Me sorprende la inocencia libertaria, esa capacidad para suponer que todos los demás son bienintencionados.
(...)
-En la República nos habrían disparado por entrar así en casa de un desconocido. Y no nos habrían dado el mapa, como mucho nos lo habrían vendido.
Llegó el turno del veterano policía de defender a su gente y dijo:
-Los refepos y los habitantes del Sector Libertad no son diferentes. Cuando ven a un desconocido piensan que el otro es igual que él y reaccionan poniéndose en la posición del otro. Aquí pensamos que no tiene que tener malas intenciones y en la República que el desconocido intentará sacar provecho. Cada uno reacciona en función de su experiencia y su forma de ser.
 
Y, en palabras de Diana:

Las calles estaban desiertas, como si hubiera un toque de queda, aunque ese concepto era un anatema en la sociedad libertaria de Adamar. Diana pensó en ellos como una gran hipocresía. Los adamarianos presumían de no tener una autoridad que rigiera sus vidas, pero luego se comportaban todos de la misma manera, ocultándose, al menor indicio de problemas. En la RFP que ella conocía, si un grupo paramilitar hubiera impuesto un bloqueo espacial, los ciudadanos del planeta, empezando por comerciantes como Oliver, ya habrían hecho algo y, casi con seguridad, con muchas armas en la mano. Se decía que los libertarios eran individualistas, pero, en realidad, eran apolíticos, gente que se escondía detrás de la no militancia para esquivar los problemas; ya los resolvería otro.

 

La misma Diana, una mujer firme, una soldado, que parece haber ocultado o prescindido de su sentido del deber y de la ética tras el eficaz cumplimiento de las órdenes es también un personaje complejo.


Rubo intentó ocultar su satisfacción, pero no era necesario porque Cristina no le prestaba atención. Sin embargo, se inclinó hacia atrás para acercarse y murmurarle mentalmente:
-No es oscuridad, es ira. Esa mujer tiene una barrera mental formada por ira.
(...)
-Se repondrá -dijo la militar al profesor-. Había regulado la munición al mínimo.
-La charla ha terminado -le respondió y no era una pregunta.
Ella asintió y se dirigió a la puerta, pero al pasar junto a Cristina, cambió de idea y se acercó de repente acuclillándose junto a ella. La muchacha se asustó, al igual de Rubo, porque por un momento pensaron que toda la rabia de aquella mujer iba a liberarse sobre ellos.
-La pregunta era muy buena, pero te equivocas en una cosas: no es ira, es odio.

Un personaje que tiene prejuicios pero, también, una ética propia que emerge de su profesión de militar y la hacer ser un personaje rico en matices:

-Eso, señores, es lo que el ejército llama camaradería. Un lazo invisible entre los miembros de una unidad que hace que todos se preocupen por todos y por todo el grupo. La infantería móvil tarda meses en enseñárselo a los nuevos reclutas, pero nosotros no tenemos tanto tiempo. Yo fingiré que ustedes lo han aprendido en la escuela del señor Valador y ustedes disimularán comportándose como si la tuvieran.

 

En otra página: 

 

-Si le tocas un solo pelo a las hermanas, yo mismo te mataré.La militar no sintió impresionada.-Veo que esas niñas se hacen querer. ¿Es ese un pensamiento tuyo o lo han metido ellas en tu cabeza? -Martuc se enfadó, pero no dejó que la ira guiase sus palabras. Ella lo tomó como una invitación y continuó-: Son una aberración y lo sabe. Hoy pueden parecer maduras y controladas, pero llegará el día en que descontrolen y ese dia se alegrará de que venga a matarlas o lamentará que no lo hiciera, dependiendo de los cerca que esté de la explosión.
-Eso no es importante. Tú tiene gente a tus órdenes; ellas son parte de mi tripulación y eso es lo único que importa.
Para sorpresa de Doil, aquello sí pareció impresionar a la militar.

Y es que estos personajes cambian y nosotros los seguimos en su cambio:
 
-(...) Prométeme que respetarás lo que decidamos.
Marlo no respondió de inmediato y Aldo sospechó que estaba evaluando planes alternativos, desde espiar a las mujeres a obligarlas a decir por la fuerza lo que sabían. Sin embargo, el antiguo agente le sorprendió diciendo:
-Habéis cuidado de ella todos estos años y por lo que me ha contado Manga han sido muy felices aquí. Os estoy agradecido. Vosotras sois su familia y respetaré vuestra opinión.
Pati volvió a sonreír con dulzura.
-Al final conseguiremos hacer  un buen libertario de ti.

  

Esta novela de personajes explora qué son capaces de hacer, de permitir y de aceptar desde sus propias ópticas. Se agradece especialmente la ausencia de clichés ya que, aunque podamos intuir que todo es más de lo que parece, el autor consigue sorprendernos no solo con los giros de la trama, sino con los mismos personajes.

En mi opinión el motor de la trama no son solo los intereses contrapuestos sino los conflictos éticos que hacen que estos personajes sean creíbles. Y más que los conflictos éticos lo que los hace interesantes son las diferentes ideas acerca de lo que debe ser un Estado, una cultura y una persona. Acerca del deber, de la responsabilidad, de lo que es aceptable y lo que no. Y se hace sin entrar en juicios. Todos los personajes tienen algo que podemos, y debemos, reprocharles. Pero también todos los personajes tienen algo que debemos alabar, algo que, además, es lo que les guía.

Sin embargo, algo que hubiese agradecido sería haber prestado más atención a Marlo. Al ser el personaje central me hubiese gustado una mayor exploración del personaje. La hay, muy certera, pero al estar a medio camino entre el antihéroe y el héroe trágico (sin ser ninguna de las dos) me quedé con ganas de más. Esto mismo me pasó con Rubo. 
De igual manera me hubiesen gustado mayores descripciones de los sistemas planetarios. Estas están más que bien y funcionan para localizar las historias sin necesidad de nada más. Pero siempre me ha parecido un acierto invertir tiempo y palabras en describir pormenorizadamente las peculiaridades de un lugar. Uno, que se crió literariamente con Tolkien.
Creo que para alguien que no conozca el universo de EXO esta novela puede resultar un poco ardua hasta que se fijan las coordenadas para poder entender lo que Juan Carlos quiere contar. Para quienes lo conocemos es una gozada, sin duda.

Varias cosas que me han gustado mucho de la novela, además de lo dicho anteriormente, son la sencillez de la escritura. Juan Carlos escribe claramente y eso es de agradecer. Además de, por ello, darle el ritmo que necesita esta narración.
También me han gustado las introspecciones de Aldo, uno de los personajes con los que más he empatizado.
La forma de establecer la cultura libertaria con detalles como la forma de preguntar o de actuar me ha parecido una solución elegante para evitar una lista de características que recordar y que hubiese estado fuera de lugar en una novela.
Los momentos de humanidad son también de lo mejor de la novela puesto que podemos imaginar la dificultad al tomar algunas decisiones, al encajar algunos eventos o enfrentarse a las contradicciones de cada personaje.

 
 
Por último, y en esto no puedo ser más categórico, a pesar de todas las cosas buenas de la novela es imperdonable que solo aparezca un úkaro.

 

 

 

1 comentario:

  1. Buena reseña. Yo lo terminé de leer ayer y me ha gustado mucho.
    Reconozco que al conocer previamente el universo de Exo, he disfrutado muchísimo con los detalles.
    El primer libro, el destructor de mundos me pareció más independiente y disfrutable para la gente que no conoce nada del universo.
    En la lectura había algunos momentos donde me imaginaba por dónde iban a ir las cosas y luego me han sorprendido un par de giros.
    Muy recomendable, obligatorio para cualquier amante Exo.

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